domingo, 20 de mayo de 2012

El enredo de la bolsa y la vida, de Eduardo Mendoza

Eduardo Mendoza es uno de mis escritores favoritos. La ciudad de los prodigios me parece una novela inteligente y divertida, de lo mejor que se ha escrito en los últimos años en este país y El año del diluvio es una joya, en su brevedad y en sus personajes.

Así que vaya por delante que me apasiona también el Mendoza surrealista de estas novelas entrañables, cercanas y poderosas por su frescura y su crítica. Nos saca de la auto-complacencia en la que, con frecuencia, vivimos instalados y nos hace pensar al tiempo que nos hace reír.


Me quedé colgada por este maravillosos personaje sin nombre, al detective aficionado a la Pepsi, paciente de psiquiátricos y peluquero de profesión en El laberinto de las aceitunas y sigo encandilada con él...
Es un ser marginal, que se relaciona con otros seres marginales, como él, en una Barcelona decadente y en crisis, que representan una enorme parodia tanto de nuestra sociedad como de la novela negra.

La trama es absurda: un compañero de celda que desaparece, una amenaza de ataque terrorista (islamista, debo aclarar) contra una Angela Merkel que va a visitar Barcelona, una peluquería sin clientes y una tienda "de chinos" enfrente que quieren extender su negocio. Todo ello adornado por un protagonista sin nombre y unos secundarios con nombres de lujo: el Pollo Morgan, Rómulo el Guapo, Quesito, el Juli o la Moski...sólo los nombres son por si mismos una sátira, una ironía...

Me río a carcajadas con estas novelas de Mendoza, por un lado, con las barbaridades propias del teatro del absurdo que le pasan al protagonista, el agua de la peluquería la saca de la bajante de aguas fecales de la comunidad, se pasa parte del día desnudo, los trajes que utiliza siempre son del siglo pasado, se quema con el sol, se llena de moscas... Por el otro, con los monólogos, diálogos o, casi mejor, parlamentos que hacen los distintos personajes. En especial, en esta novela con la causticidad de algunas intervenciones del abuelo Siau.
  •  "... vino guerra. Luego Larga Marcha y Libro Rojo. Y ya ve cómo hemos acabado. Adaptándonos a tiempos modernos. Durante siglos tuvimos dominación extranjera y pasamos hambre que te cagas. Ahora hemos aprendido lección, hemos sabido aprovechar oportunidad y nos hemos hecho amos de medio mundo. Ha sido triunfo de realismo sobre fantasías, de humildad sobre arrogancia.Occidente está en crisis y no es otra cosa que arrogancia. Mire Europa. Por arrogancia quiso dejar de ser conjunto de provincias en guerra y convertirse en imperio. Cambio moneda nacional por euro y allí empezó decadencia y ruina."
  • "Desengáñese, honorable swami, donde esté Ortega y Gasset que se quite ese petimetre amarillo (Confucio). Para entender el éxito de los bazares orientales hay que leer Rebelión de las masas..."
En resumen, me río por lo que les pasa a los personajes, el absurdo de las situaciones, y me río por la crítica feroz de tantas cosas que nos pasan a los lectores y que Mendoza aprovecha para satirizar en boca de sus personajes.

Si bien, ninguna de estas obras iguala a la primera, esta me ha reconciliado con El tocador de señoras (fantástico título!!! por cierto) que me gustó menos que las anteriores. Es puro entretenimiento desde la lucidez de un autor culto, inteligente que necesita también escribir estas novelas satíricas para hacer crítica social desde el humor.

Un humor diferente pero también muy en línea es el de este humorista americano, con Achmed, el Terrorista Muerto , sátira americana de las buenas, de Jeff Dunham Walter, que estuvo muy de moda en Internet hace tres años.

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