lunes, 18 de marzo de 2013

Perros de presa, de David Barreiro


Cuando nos sentimos atrapados por unas obligaciones y unas responsabilidades que no nos gustan y nos resulta aún más difícil pensar que podemos cambiarlas... una novela, una película, una buena historia nos ayudan a olvidar, a aceptar o a superar esos días en los que la cabeza se pone en negro... y siempre, algo de buena música!

Tuve la oportunidad de conocer al autor, David Barreiro, en la presentación de su libro, en la librería Lé hace un par de semanas, gracias a Rafa. Aunque llegué tarde, puede pulsar el ambiente literario de la presentación de esta novela negra corta y pedirle al autor su firma...

Perros de presa ha sido un descubrimiento sorprendente porque es una novela negra, moderna, muy sarcástica y con una perspectiva narrativa diferente. Como en toda novela negra, los diálogos, el lenguaje coloquial y le monólogo interior del protagonista -en este caso, un antropólogo fracasado, metido a guarda de seguridad de un supermercado- son algunas de las claves que dan el tono y el ritmo a la novela. Y aquí se consigue un ritmo continúo, en el que el lector "pasa de pantalla", como en un vídeo juego, para acceder al siguiente nivel, a través de nuevas complicaciones de un argumento que nos va enredando porque va tocando desde la marginación social, al mal trato o al narcotráfico.

Destacan en la novela dos cosas: el protagonista y la ciudad en la que pasa todo... Ciudad dormitorio a las afueras de Madrid, que podría ser cualquiera de las ciudades dormitorio y que destila la rabia del fracaso del que se queda en ella, ciudad que atrapa y envilece porque el triunfo es salir de ella, como hacen algunos personajes que representan el contrapunto del protagonista: la ex mujer, la hermana, el tío triunfador o el amigo que se va a trabajar a una consultora de Barcelona. Frente a ellos, un protagonista con rabia, que se encuentra en la "ciudad pesadilla", "ciudad sumidero","ciudad embudo", "ciudad enigma", "ciudad broza"...  Y en esa mezcla de ciudad y destino del fracaso, vive y trabaja Federico Narváez, un guarda de seguridad que nunca ha tomado las riendas de su vida y que se ha dejado llevar por la apatía. Un personaje fracasado que conserva la lucidez y el sarcasmo suficientes para investigar la muerte de su mejor amigo en la trastienda del supermercado, justo el día en el que él libraba. Su total falta de adaptación a lo que le rodea le permite conservar un sarcasmo de espectador que nos traslada una crítica demoledora hacia nuestra sociedad y hacia el hombre de la ciudad que representa: "Láminas de mierda cubren mi soledad", dice en un capítulo o "la luna se ríe a carcajadas de tanta mediocridad", piensa en otro momento.

Ironía fina y actual, de viñeta de humorista:

"El alcalde llega tan sonriente que cualquiera diría que le ha tocado un viaje a las Galápagos en el sorteo anual entre los clientes con tarjeta de fidelización. Nada de eso. Viene a uno de los siete actos públicos que le han programado para hoy, pero estamos en campaña y hay que poner cara de: si la vida es tan maravillosa me lo debéis a mi"

Y si la ciudad y el protagonista son la esencia de la novela, no lo es menos el argumento que mantiene la trama policíaca en un segundo nivel narrativo y destaca sin embargo, la vida del personaje principal, su pasado, sus relaciones con el entorno y su presente, como el primer plano narrativo que es lo que le permite al autor hacer una crítica social tan actual como la de este libro.

Quien hasta aquí haya llegado, sabrá ya que me ha gustado mucho este libro inteligente y entretenido, sin más pretensiones, que de verdad recomiendo. Y, por último, destacar un final brillante en el que la justicia solo se da en manos de los poderosos, solo quien tiene las teclas del verdadero poder, puede equilibrar un poco la balanza de la equidad... no puedo decir más...

Perros de presa es Premio Joven de Narrativa 2011 de la Universidad Complutense de Madrid.

Una lectura en un París de nieve, muy frío, en unos días de trabajo en el que me encuentro con viejos amigos de otros países. Viajes con el tiempo detenido y que nos da un poco de distancia, física y emocional, con el día a día. Ese día a día, a veces tan difícil, en demasiadas ocasiones  lleno de responsabilidades y con algunas intuiciones de lo que aún nos queda por pagar. Melody Gardot, Les Etoiles, un solo de saxo para emocionarnos...

París se cubrió de nieve, la ciudad se puso imposible y caminamos en ese silencio que da la nieve, por las calles de Neully... Nos despedimos de Beat, que deja el grupo de trabajo. Ojalá le vaya bien!

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