domingo, 25 de agosto de 2013

35 muertos, de Sergio Álvarez


Fantástica, conmovedora, como un gran mosaico de la vida y, en particular, de la vida en la Colombia más reciente.

Para escuchar con esta novela, nada mejor que una canción con una gran letra, más allá del narco-corrido, y que  no sólo aplica a Colombia. En estos tiempos que corren en España, de corrupción y crisis, no viene mal prestar atención, la canción se llama "Untados", del grupo Aterciopelados.

Es una de esas novelas totales que quieren abarcar la historia de la vida, de la vida del protagonista (sin nombre) y de la vida en general en un país lleno de contradicciones y en constante cambio, que es Colombia en la novela (y España al final) pero que tiene valor universal porque podría ser Egipto, o Israel, o la Francia del XVIII o cualquier territorio de fuertes contrastes que quiere cambiar, que lucha por cambiar...

A mi me recuerda en algo a "La ciudad de los prodigios", de Eduardo Mendoza, quizá por esa galería de personajes tan peculiares y con tanta fuerza que, sin embargo, no quitan la primera plana al protagonista sin nombre. O quizá por ese reflejo de una sociedad en todos sus ambientes, desde la marginación a la burguesía o a los poderosos; ese mosaico de personajes, acción y distancia irónica en el tono que hacen que una historia transmita vida, más allá de la literatura.

Los hechos que se van narrando son los que son y abarcan esa geografía humana que va desde el bandolero "Botones" con el que se inicia la novela, al padre que se arruina y se mete en política,  a los paramilitares, a los movimientos de izquierdas (el MOREI, la política de Pies Descalzos), y a todo lo que rodea el barrio, la droga, el ambiente universitario y el business. Son trepidantes y están magnificamente conectados en una sucesión lógica del paso de la vida en el protagonista. Si las primeras diez páginas de la novela te atrapan, el resto de la obra sigue entreteniendo hasta el final. Criminalidad pero también ideales de cambio progresista, la universidad, los burdeles, o la carcel. todas las historias como un cóctel de contradicciones: el sicariato y el amor, el deseo y el robo.

Bien estructurada, bien escrita y con unos personajes inolvidables: Cristinita, el Pollo Fajardo, el Diablo, el Pacho Moscoso, Felipe Sáenz, Marcos, Quique, Natalia, Camila, María Paula. Es la historia de las relaciones del protagonista con cada uno de ellos, de sus encuentros y, sobre todo, de sus abandonos porque es un libro con muchas despedidas y muchos adioses sentimentales... habla de las personas con las que hacemos el camino y de cómo se van, o nos dejan en la vida...

Tiempos y geografías: La novela habla de la vida en Colombia desde 1965 hasta el año 2000 en que llega a España. Barrios bajos de Bogotá, como La Candelaria, o ciudades como Medellín, o el valle del Cauca, entre otros.

Las telas, las casas, los colores, los paisajes... son esas cosas que nos transmiten a cada uno la sensación de estar en casa, el vínculo con lo que somos, la sensación de formar parte de algo que existe y que seguirá existiendo más allá de nuestras vidas.



"Usted no entiende, le dije. [...] Usted llegó a viejo y no se dió cuenta de cómo funciona este país. [...] Con muertos, hermano, en este país el que no ha matado o mandado matar a alguien no progresa. Lo miré asustado. Créame, hermano, aquí la muerte manda y el que no mata ni manda matar no es nadie, no vale nada."

Como dice la canción, "la vida no vale nada, no vale nada la vida", en versión de Lila Dawns.



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