"La memoria es el tributo de dolor que cotidianamente pago cuando me despierto en este mundo y acepto vivir en él", esto es lo que dice uno de los personajes de esta novela que me recomendó Rafa hace unas semanas.
Este libro contiene una historia maravillosa, bien contada y bien hilada, en la que la tensión narrativa mantiene un cierto grado de suspense acerca de la identidad del protagonista. Un hombre, en 1943, que despierta en un barco hospital sin el recurso del lenguaje, sin saber quién es ni cómo relacionarse... Y en ese trasfondo de la Segunda Guerra Mundial, el doctor que le atiende, le da una nueva identidad (basada en las iniciales del chaquetón que llevaba puesto cuando lo encontraron herido) y el relato es el falso diario de este médico que le atendió...
El autor (de la mano del doctor) convierte al personaje sin memoria en un finés que debe aprender finlandés como el idioma-metáfora del aislamiento, de la duro que es volver a enraizarse en un país ajeno, con una lengua extraña... no es italiano, ni alemán o francés; es el finés, que no es lengua románica ni anglosajona, es una lengua urálica, llena de vocales y con declinaciones... Y el autor, que es intérprete de profesión, lo sabe y lo utiliza...
"Porque nombrar quiere decir empezar a conocer", y de eso va la novela, de la memoria y del lenguaje; de cómo una lengua condiciona más allá de nuestro pensamiento, nuestro conocimiento del mundo y la forma de relacionarnos, condiciona nuestra forma de ser y hasta de mover las manos al hablar. En definitiva, es una novela de herencia muy europea, muy de búsqueda existencial de la propia identidad a través de las propias palabras, del lenguaje, de la memoria... o de su ausencia...
Porque, aún desde una memoria callada... nada acaba nunca... lo que nos preocupa y nos ocupa sigue instalado en nuestras cabezas y vuelve a nosotros años después. Vuelven los miedos y las angustias que pensábamos olvidadas pero también volvemos a encontrarnos, con alegría, con personas de nuestro pasado y sino, que nos lo digan a Cristina, a Constanza, a Xonia y a mi, el sábado en la pista de pádel... 30 años después! La memoria y el olvido son parte de nuestras vidas, de lo que somos... a veces son un ejercicio consciente de intentar ejercer algún control sobre estos, a veces son parte de nuestra búsqueda constante...
Y si sale Constanza, no puedo dejar de utilizar referentes musicales de calidad,... como esta joya, "A sort place to land", de Kathleen Edwards
I'm looking for a soft place to land
The forest floor
The palms of your hands
I'm looking for a soft place to land
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