Fijar la vista en el mar, o en un pinar o en una loma verde a lo lejos y sentir esa conexión con la naturaleza que a veces nos da tanta paz. Es, en esos momentos, cuando podemos valorar lo qué hacemos, lo que nos aporta y lo que queremos seguir haciendo el próximo año porque podemos tomar pequeñas decisiones que hagan de nuestra vida y nuestro entorno un lugar mejor para vivir y para sentir. La satisfacción de las pequeñas cosas cotidianas que se consigue con la madurez que dan los años y algunos fracasos!
Mirar el futuro con ganas... porque algo bueno vendrá, viene siempre...
Como vino este domingo por la noche con esa magnífica sorpresa que fue la Overtura de Guillermo Tell, de Rossini con la que nos regalaron la World Orchestra en el Festival de Verano de Pollensa en el claustro del siglo XVII del Convento de Santo Domingo.
Mermeladas... para el verano. Yo las hago de higos o de albaricoques de la tierra, de Mallorca, que compro en el mercado de fruta y que no han pasado por cámara, lo que les da un sabor de fruta madura a tiempo maravilloso!
Ingredientes:
- 1 kg de albaricoques pequeños de la tierra;
- 200 gr de azúcar;
- canela en rama.
Se dejan la noche antes, los albaricoques sin hueso, con agua, azúcar y canela para que se confiten y porque en verano tenemos tiempo para demorarnos en la cocina...
En una cazuela se pone la mezcla de la noche anterior a cocer a fuego medio, se complementa con más gua y más azúcar, si es necesario! Qué buen desayuno, un café con leche, una tostada de pan de la tierra y mermelada recién hecha, gruesa, sin pasar! también se puede usar como cobertura de una coca de bizcocho como la de la receta de yogur. Y mi madre hizo la coca de albaricoques al día siguiente...
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